ASALTO A LA HACIENDA CHICUREO, 10 DE FEBRERO DE 1926


Asalto a la Hacienda Chicureo, Febrero 1926 


Una historia que marcó a toda una familia....  

(www.chicureo1926.blogspot.com) 

Bienvenidos a mi Blog!! 
Les invito a tomar conocimiento de una historia familiar ocurrida en Febrero de 1926 en las casas de la Hacienda de Chicureo.

Los cibernautas que "recalen" en este Blog se enterarán de un hecho trágico de una familia que bajo la mano artera y cobarde del lumpen de la época, asaltó la Hacienda Chicureo, dejando un reguero con la sangre y dando muerte a su propietario, mi abuelo paterno Don Luis Labarca Prieto, su hermano Alejandro, y otra pareja de amigos unidos a la familia, ( Los Grohnert Portella), que luego de disfrutar de una cena en la noche del 10 de Febrero de 1926, se vieron invadidos de una pandilla de despiadados malandrines, que no trepidaron en abordar y dar muerte a los ocupantes de las Casas de la Hacienda Chicureo.
Pondré entonces a su disposición los relatos periodísticos aparecidos en la prensa de la época desde la fecha del asalto en adelante, para que vayan tomando conocimiento de este sangriento hecho, con ningún otro objeto más que el de informar y traer a la memoria un hecho de violencia que cambió la vida de una familia emprendedora de Chile. Los LABARCA de Colina. 

Una Familia que recien comenzaba a vivir........

Aquí en esta alejada serranía de semiárido paisaje y larga travesía para llegar desde Santiago vivía la familia Labarca Wood, compuesta por el matrimonio entre don Luis Labarca Prieto de tan solo 33 años y doña Elisa Wood Silva, algo menor, hija de una connotada familia militar, héroes de la Guerra del Pacífico, y de la Expedición Libertadora del Perú, (El connotado pintor Irlandes Mr. Charles C. Wood Taylor), su bisabuelo, (autor del Escudo Nacional) y su abuelo (el General don Carlos Wood Ramirez de Arellano, Gobernador de Pta Arenas y veterano de la Guerra del Pacifico), y por último su padre (teniente Coronel don Carlos Wood Díaz, Gobernador de Rengo y Director de los arsenales del Ejército).
De este matrimonio entre don Luis y doña Elisa había nacido su hijo Patricio Labarca Wood de 1 año y algunos meses de edad al momento del asalto, y por último, aún en el vientre materno de doña Elisa, mi padre quien esperaba nacer para llevar el nombre de Alberto Labarca Wood. Este último tomó el nombre en honor a su tio abuelo y terrateniente de Colina don Alberto Labarca Walton, más conocido en la familia como el "Tata Nino". La calle Alberto Labarca de Colina lo recuerda como benefactor del pueblo en esos años.
El matrimonio Labarca Wood tenía tan solo 3 años de casados y vivían tanto en la hacienda como en Santiago. Normalmente los veranos se trasladaban por toda la temporada a la Hacienda y recibían a sus amistades y "pasantes" quienes se quedaban a disfrutar de la hospitalidad de este joven matrimonio. Entre ellos el destino quiso que la familia Grohnert Portella, y sus hijos preadolecentes, estuvieran presente ese trágico miércoles de verano, en que compartían felices de la conversación y el bajativo de sobre-mesa, siendo sorprendidos por 3 sujetos encapuchados, que no dejaron pié para una uída providencial al menos.
De igual manera y con la valentía y el arrojo del que defiende lo suyo mi abuelo Luis Labarca y su hermano Alejandro se enfrascaron en una gresca que quizá por diferencia numérica y ausencia de armas no pudieron repeler con éxito, pero que permitió al menos la huída de las mujeres y los niños, entre ellas mi abuela Elisa, embarazada de mi padre y su pequeño hijo Patricio, como tambien otros invitados y parientes.
Si bien ya he hecho un resumen de lo acontecido, no tengo ni quiero esgrimir palabras propias para relatar en profundidad los hechos, por lo que comenzaré entonces a exhibir los artículos de prensa y algunas poco inteligibles fotografías del suceso, que les permitirá a los lectores, recabar esta muy trágica historia de la Hacienda Chicureo, y sus antiguos propietarios, la Familia Labarca.

¡¡Alevoso Asalto a la Hacienda Chicureo!!

LOS PERIODISTAS DEL MERCURIO LLEGAN A REPORTEAR 


A las 9 de la noche de ayer ocurrió un alevoso salteo en un fundo cercano a Colina. Según las pocas informaciones que nos fue posible obtener hasta la madrugada de hoy, los hechos han ocurrido en la siguiente forma: A la hora indicada terminaban de comer en la hacienda Buchipureo (error de redacción) (Chicureo)don Luis Labarca, su hermano don Alejandro Labarca, don Raúl Prunel (Grohnert)y una señora, esposa de uno de los caballeros antes nombrados.
Además se encontraban en el corredor otras personas, cuyos nombres aún no se conocían en Colina en el momento en que pedimos las últimas noticias. 
De improviso penetraron al comedor tres hombres con sus rostros ocultos bajo antifaces, e intimidaron a los presentes para que entregaran el dinero y alhajas que se suponía existían en su poder o guardados en alguna parte de las casas de la hacienda. 
Quizás por haber encontrado resistencia, los asaltantes atacaron a los presentes, pero alguno estos alcanzaron a huir hacia el exterior. Datos un tanto ambiguos llegados a la tenencia de Carabineros de Colina, dicen que han fallecido a consecuencia de las heridas alguno de los heridos que se encontraban en estado grave, el señor Alejandro Labarca y la señora que citamos más arriba. 
Los bandoleros procedieron a cortar la línea telefónica, lo cual impidió el auxilio de fuerza armada fuese solicitado oportunamente a Colina, y solo la Tenencia de Carabineros de este pueblo tuvo las primeras noticias de este alevoso hecho, a las doce y media de la madrugada de hoy. Inmediatamente se despacharon 10 hombres montados, que hasta las últimas horas de la madrugada recorren los campos vecinos en busca de los forajidos. 

El Mercurio 11 de Febrero de 1926

Caracteres de una crueldad repugnante tuvo el Salteo de la Hacienda Chicureo.

Mientras la familia charlaba de sobremesa tres bandidos penetran al comedor y disparan sus armas.
A los primeros disparos cae gravemente herido don Alejandro Labarca.- 
Victimas del feroz ensañamiento de los salteadores mueren don Luis Labarca, dueño del fundo y don Eduardo Grohnert. 
Cuando la señora Beatriz Portella de Grohnert quizo escapar de los bandidos, fué herida de gravedad. Los desalmados obligan a un niño a despojar de algunos objetos a su padre agonizante. 
En el Mercurio de ayer alcanzamos a dar las primeras informaciones del horroroso salteo ocurrido en el Fundo Chicureo de las inmediaciones de Colina. 
En esta primera información fuimos poco amplios en los detalles del sangriento suceso porque cortadas de los primeros momentos las comunicaciones telefónicas, era fácil incurrir en errores que podrían hasta influir en la apreciación de los hechos restándoles la verdadera importancia que verdad han tenido. 
Se trata en efecto de uno de esos cobardes crímenes que solo pueden ser imaginados y llevados a la práctica por malvados como estos que al abandonar el sitio de la horrorosa carnicería en el fundo Chicureo tuvieron aún corazón para atormentar a un joven de pocos años ante el cadaver de su propio padre. 
La noticia de este salteo, debido a las informaciones que adelantamos en la edición de ayer, circuló con rapidez y ha tenido caracteres de verdadera exaltación, al conocerse después los detalles del crimen y la crueldad de los bandoleros que actuaron en él. 

El Mercurio 12 de Febrero de 1926

El horror de la familia y la violencia de los bandidos. 
Como entraron..... 

Según estas informaciones los bandoleros penetraron a las casas del fundo por la puerta que queda entre la cocina y el repostero. Al pasar por frente a la puerta de la cocina uno de los asaltantes la cerró con rapidez.
La cocinera Petronila Vargas y el empleado Santos Jara que se encontraban en el interior no se alarmasen por ese detalle pensando, según nos expusieron que se trataría de la intervención de algunos trabajadores; pero minutos después sintieron los primeros disparos y entonces atrancaron la puerta ya cerrada y se ocultaron en el interior de la habitación obedeciendo a un explicable instinto de conservación.

Los Bandidos frente a los moradores de la hacienda

Los bandidos que se supone eran solo tres llegaron así de improviso a la puerta del comedor en donde se encontraban de sobremesa alrededor de diez personas a saber: la señora Beatriz Portella de Grohnert, don Alejandro Labarca Prieto, la señora Isabel Labarca de Grohnert, don Raúl Grohnert, la señora Elisa Wood de Labarca y las niñitas Hortensia y Lila Grohnert Labarca, y los niñitos Félix y Eduardo Grohnert Portella.
Las personas nombradas oyeron el ruido de los pasos, pero cuando intentaron moverse de sus asientos respectivos se encontraron con que en la puerta había un desconocido de traje color café con una carabina con la que apuntaba al interior. Casi instantáneamente con la voz de ¡¡Arriba las manos!! Se escucho el primer disparo que fue se puede decir, la iniciación de la dolorosa tragedia que se produjo momentos más tarde. 

Las victimas tratan de huir

La impresión de las personas antes nombradas, si bien llegó al terror, no fue obstáculo para que a pesar de las amenazas, trataran de emprender la fuga.
Uno de los bandidos al notar que varios de los moradores se escapaban disparó su carabina contra el señor don Alejandro Labarca. 
La bala le penetró por el pecho traspasándolo e hiriéndolo en el pulmón. 
El señor Labarca herido mortalmente, alcanzó a huir hacia el escritorio y en dirección al jardín; pero casi en la misma puerta de salida cayó pronunciando las siguientes palabras: “!Me han herido de muerte¡” .
Mientras tanto, el señor Raúl Grohnert huyó hacia el repostero para salir al camino de la hacienda. El señor Grohnert nos manifestó que al desatrancar la puerta de esa pieza que da al camino, pudo ver que su hermano Eduardo caía bruscamente al suelo a consecuencias de una mala pisada.
De los que intentaron huir, solo el señor Raúl Grohnert logró su objetivo, dirigiéndose a la casa del mayordomo, en donde , desgraciadamente, no se encontraba este, sino algunos otros trabajadores.
Allí pidió auxilio, y uno de estos trabajadores que se encontraba un tanto bebido, se dirigió a caballo hacia las casas del fundo y con voz fuerte trato de amedrentar a los bandoleros; pero al escuchar el primer disparo y, encontrándose sin armas, retrocedió, alejándose apresuradamente de las casas.

El Mercurio 12 de Febrero de 1926

El Ensañamiento de un Bandolero

Entre tanto, el bandolero que hizo los primeros disparos se fue sobre el señor Eduardo Grohnert que, como hemos dicho, sufrió una caída, y le dio un fuerte culatazo con su carabina, pegándole en la región del cerebro, golpe este que le ocasionó la muerte.
En esta situación tomo parte activa en el crimen otro de los bandoleros, que inmediatamente de entrar al comedor se había dirigido a una pieza contigua, en donde se encontraba teléfono para arrancar el fono y evitar toda comunicación.
Este individuo siguió rápidamente a la señora Beatriz Portella de Grohnert, que huyó hacia el escritorio por otra de las puertas del comedor y que, encontrándose frente al escritorio y a pocos pasos de la puerta que da hacia el jardín, fue alcanzada por un disparo de carabina que le traspasó el cuello, tomándole parte de la boca.
Junto al escritorio, sin alcanzar a dar un paso más, cayó también esta víctima de los bandidos lanzando un agudo grito de dolor.

Actitud heróica del dueño del fundo.

Entre tanto, el señor don Luis Labarca Prieto, dueño del fundo, que se paseaba en esos momentos por el jardín de la casa, acompañado de su esposa, la señora Elisa Wood, corrió apresuradamente a una de las habitaciones, en donde cogió una carabina para ir en auxilio de todos los suyos. Desgraciadamente próximo ya a las habitaciones en que se desarrollaban los sucesos, pudo comprobar que la carabina estaba descargada.
Según nuestras informaciones, intento retroceder, pero en ese mismo instante escucho el llanto de su pequeño hijo (Patricio) y la voz de otro menor (sobrinos) que pedía auxilio. En esas circunstancias el señor Labarca penetró valientemente por el escritorio al comedor y con la rapidez del rayo asesto un fuerte golpe con las manos a uno de los bandoleros, echándolo por tierra.
Sostenía con este una lucha cuerpo a cuerpo, cuando otro de los bandidos le pegó un golpe en la cabeza y tan pronto cayó el señor Labarca, se arrojo sobre él acertándole numerosos golpes con un yatagán. Los puntazos con esta arma, bastante afilada, le vaciaron un ojo, y entre otras muchas heridas, le ocasionaron una gran fractura del cráneo que, sin duda fue la que le ocasionó la muerte.
El señor Labarca expiró en la puerta del comedor por donde penetraron los bandoleros. La esposa del señor Labarca, entre tanto, se ocultó en la pieza de una de sus empleadas llevando uno de los chiquitines en brazos.

Un saqueo brutal.

Cuando ya nadie ponía oponerse al desborde de los instintos criminales de los forajidos, empezó el saqueo. Los bandoleros tomaron al niñito Félix Grohnert, y después de golpearlo, le exigieron que buscara las llaves de la caja de fondos.
Así lograron abrir esta, y con unas llaves que se encontraban en el interior abrieron también otros casilleros donde se guardaban más de dos mil quinientos pesos, dinero de que se apropiaron los asaltantes.
En seguida, sin conmoverse siquiera ante el llanto dolorido de las pequeñas criaturas que se encontraban en el comedor, junto al cadáver de su padre obligaron al joven Félix, a que reconociera los cadáveres, preguntándole a cada uno de ellos:

¿Quién es este?

El niñito, temeroso, respondía débilmente a la brutal interrogación del cruel asaltante.
Llegaron por fin frente al cadáver del señor Grohnert, y el bandolero lo interrogó nuevamente:

¿Quién es este?

Mi papacito, dijo el joven profundamente emocionado.
El inhumano asaltante obligo al pobre joven a que le sacara el prendedor de la corbata a su padre, y como no lo lograra, le paso un cortaplumas, a fin de que cortara la corbata, hecho lo cual, llamó a sus demás compañeros que habían recogido algunas otras especies por un valor de quinientos pesos más o menos y emprendieron la fuga por la misma puerta por donde entraron; pero en lugar de salir al camino, tomaron hacia el interior de las casas, atravesando por un pasadizo, y saltando la serie de rejas y alambrados para seguir hacia los cerros en dirección a Lo Curro.
Mientras el señor Grohnert arrancaba el prendedor de la corbata de su padre, éste en un movimiento convulsivo dejaba de existir.
Observando después el camino seguido por los bandoleros en su escapada, pudimos imponernos que había rastros de pisadas junto a una acequia y manchas de sangre en las ramas de unos montes en donde escalaron un cierro.

El Mercurio 12 de Febrero de 1926

Llegan los primeros a prestar auxilio. 
La primera persona que llega a las casas.

El aviso de los muchachos que salieron en busca de auxilio, y las comunicaciones telefónicas que hizo enseguida el señor Raúl Grohnert, que en compañía de uno de los empleados del fundo, logró reparar el aparato destruido por los bandidos, puso en campaña a los carabineros de Colina, a la policía de Santiago, y a numerosas otras personas de los fundos vecinos.
El primero en llegar a las casas, según se nos informó fue el cura de Colina, y fue él quien recibió la primera dolorosa impresión al presenciar el cuadro de exterminio que dejaron a su paso los desalmados, que buscaron en el monte un campo propicio para ocultarse de la acción de la justicia.
El señor Raúl Grohnert nos relató después todos los detalles relacionados con su regreso a la casa y la atención a los heridos, agregándonos un dato de especial importancia que ratificó ante el juez del crimen señor Don Osvaldo Darrigrandi.

El Mercurio 12 de Febrero de 1926

La Policía, el Juez, sus pesquizas, las victimas y los primeros sospechosos..

EL PEQUEN



¿Quien Fue uno de los Asaltantes?

En efecto, nos expreso que al acercarse al lecho en que se encontraba herido el señor don Alejandro Labarca, este le dijo con voz débil: He reconocido a uno.... se llama Agustín Cossio.
En la mañana, puede decirse que toda la actividad de los moradores de la casa que escaparon milagrosamente de una muerte casi segura, y la de todos los empleados del fundo, se concentró en atender a los heridos, especialmente a la señora Beatriz, Portella de Grohnert y al señor don Alejandro Labarca, quienes fueron trasladados a Santiago al pensionado de San Vicente de Paúl, el último en un carro de asistencia de la Policía de Santiago. 
También s procedió a trasladar el cadáver de los señores Labarca y Grohnert a fin de darles sepultura en esa capital.

Las Primeras diligencias Policiales

Poco después de las dos de la madrugada llegaron a las casas del fundo numerosos agentes de la Sección de Seguridad y después de tomar diversas informaciones y de ponerse de acuerdo en algunos detalles con la tropa de carabineros que ya se encontraban en el fundo, salieron en patrullas a recorrer los alrededores.
Entre estos agentes anotamos el nombre de algunos hábiles pesquisantes, como el de los jefes Lizama, Palacios, Orellana, Molina y otros. Estos policías como hemos dicho, recorrieron todas las cercanías de los alrededores pero sin encontrar desgraciadamente el menor indicio que informara sobre el rumbo que tomaron los bandoleros.

Se activan las Pesquisas.

Por la tarde se organizó en forma más eficiente el servicio de investigaciones. A esta hora llegaron a las casas del fundo, el prefecto de Policía don Carlos Bravo Murillo, el subprefecto señor Peralta, el jefe de la sección de identificación, señor Leiva, con el personal necesario para las investigaciones y numerosos otros policías.
Llegó también el Juez del Crimen de turno, señor don Osvaldo Darrigrandi, acompañado de su secretario, don Francisco Rojas, el oficial 1º don Alejandro Rodríguez y el escribiente señor Salinas.

Interviene el Juez del crimen.

Inmediatamente de llegar el señor Darrigrandi hizo una prolija revisión de todo el sitio en donde se desarrollaron los sucesos que hemos relatado y después de hacer diversas interrogaciones tanto al señor don Raúl Grohnert como a su señora esposa, se constituyó en el comedor de la casa para iniciar el sumario.
El señor Grohnert en su declaración explicó al magistrado la colocación que tenía cada una de las personas alrededor de la mesa. Que él estaba de espaldas a la puerta por la cual entraron los bandidos; que junto con sentir los pasos de estos sono el primer disparo yotros detalles de interés. Agrego también todo lo relacionado con su escapada, detallando precisamente lo que había podido ver y que ya henos relatado. 
Agregó también en su declaración que él alcanzó a oír cuando el señor Alejandro Labarca decía con voz quejumbrosa: ------Me han herido de muerte.---- Al referirse al señor Grohnert a la actitud del empleado en estado de ebriedad que trató de prestar auxilio, consideró ciertos dfetalles que determinaron la detención de este individuo apodado “ El Pequen”. El resto de la declaración está de acuerdo con lo que ya hemos relatado.

Habla la señora Isabel Labarca de Grohnert.

La señora Isabel Labarca de Grohnert relató también parte de la escena del salteo, todo aquello que ella pudo ver y oír y agregó que había sacado del comedor a los dos niñitos que quedaron allí llevándoselos a una pieza de las sirvientes en donde se ocultó. Agregó que al pasar por el escritorio, salto por sobre el cuerpo del que cree era el de su hermano el señor Alejandro Labarca.
Dio a conocer enseguida al Juez un detalle de gran importancia. Manifestó en efecto que el niño a quien los bandidos golpearon para que les entregara las llaves de la caja de fondos le había dicho que uno de los asaltantes al dejarlo ya para huir se volvió para decirle: ----Dile a tu tío Raúl que se escapó jabonado y que esto se lo debe a Manuel Rojas.------- Con motivo de esta declaración el Juez Darrigrandi ordenó la detención de este individuo. Se trata de un ovejero del fundo que vive a poca distancia de las casas y que fue conducido a Santiago para que compareciera ante el Juez.

Declaró la cocinera.

Declaró también la cocinera de la casa llamada Petronila Vargas, la cual relató los mismos antecedentes que hemos dicho antes sobre la entrada de los bandidos y de que no tiene sospechas de nadie.

Con el Joven Félix Grohnert.

En su domicilio de la calle Castro, logramos conversar ayer breves palabras con el joven Félix Grohnert. Nos expresó que después de recibir un fuerte golpe en la cabeza los bandoleros lo habían amarrado; pero que mientras estos se entregaban al saqueo él huyó como pudo dándose diversos tumbos porque le fue imposible deshacerse de las ligaduras. En esta forma pudo ocultarse tras unos montes del jardín en donde perdió el conocimiento.
Sin embargo, nos dijo, pude darme cuenta cuando uno de los asaltantes me buscaba para ultimarme. Nos relató después la escena del prendedor a la que ya hemos hecho referencia. 
Yo interrogue, nos dijo a los ladrones, por la suerte de toda la familia y estos me respondieron que las mujeres se habían salvado, como así mismo mi tío Raúl del cual agregaron que se había escapado jabonado.

Con la señora Isabel Labarca de Grohnert.

Tratamos también de interrogar a la señora Isabel Labarca de Grohnert en las casas mismas del fundo.
Con voz dolorida respondió a algunas de nuestras preguntas: pero luego después cuando nos relató el encuentro suyo con la señora Beatriz que estaba gravemente herida, los ojos se le nublaron de lágrimas y apoyando la cabeza entre sus manos lanzó un profundo suspiro que nos hizo desistir de nuestro propósito. 

Los heridos llegan a Santiago

Cerca del medio día la señora Beatriz de Grohnert que había recibido un balazo en la mandíbula, llegaba al Pensionado de San Vicente de Paúl, donde inmediatamente se le prodigaron los auxilios médicos que la gravedad de su esta do requería.
Horas más tarde llegaba también al mismo establecimiento don Alejandro Labarca, que había sido atravesado por una bala disparada por los forajidos. En el acto se le practicó la primera curación. 
Los jóvenes Félix y Eduardo Grohnert, después de ser curados fueron llevados a su casa de la calle Castro en vista de que su estado no inspiraba temores 

Las Víctimas.

El señor don Luis Labarca que fue muerto en este asalto, era el dueño del fundo Chicureo, en donde pasaba la temporada de verano, acompañado de su esposa, la señora Elisa Wood de Labarca, de su hermano Alejandro y de sus hijos.
Don Eduardo Grohnert que también murió en este asalto, pasaba una temporada de veraneo en un fundo vecino ( Guai Guai) y accediendo a una invitación del señor Labarca había ido a comer en compañía de su hermano Raúl. 
Don Eduardo Grohnert era jefe de una de las más importantes secciones del correo de esta capital. 

Funerales de las víctimas.

Como hemos informado los cadáveres de las victimas de este salteo fueron trasladados ayer a esta ciudad para darles sepultura.
Los funerales de don Eduardo Grohnert se verificarán esta tarde a las cuatro, saliendo el cortejo desde su casa habitación. Castro 238. Los restos del señor Luis Labarca serán sepultados privadamente. 
Los empleados del correo de esta capital han designado a una comisión para que se acerque a la familia del señor Grohnert a expresarle la condolencia de sus compañeros de trabajo y además para que represente al personal en los funerales. 
Esta comisión está compuesta por las siguientes personas:
Por la Dirección General, don Carlos Valenzuela Vargas, don Virgilio Opazo y don Guillermo Morandé. Y por la Administración Principal don Rómulo Moncada, don Alberto Nef, don Luis Baeza, don Robilio Amengual, don Alberto Pérez, don Luis Durán, don Juan Morales, don Enrique Vera, don Roberto Escobar y don Félix Abate.
En el cementerio hará uso de la palabra uno de los miembros de esta comisión. 

Muere Alejandro Labarca Prieto.

Ayer fallece otra de las victimas del salteo de Chicureo.


A consecuencia de las heridas que recibiera, murió don Alejandro Labarca.- El Juez del crimen y la policía trabajan activamente en las investigaciones encaminadas a dar con los feroces criminales. Las ultimas declaraciones dan nuevos y emocionantes detalles sobre el horrendo crimen.
En nuestra amplia información de ayer, relacionada con el horroroso salteo perpetrado en la Hacienda Chicureo, de Colina, dimos detalles completos de la forma en que se desarrollaron los hechos y ahondando más en el conocimiento de la horrible tragedia, hemos podido comprobar que ellos se ajustan a la exactitud que la justicia misma ha establecido en sus investigaciones.
La relación de este salvaje hecho de bandolerismo ha sido el comentario obligado en todos los círculos y las informaciones dadas a conocer a este respecto han llevado al ánimo de los lectores, junto con la emoción que necesariamente ha producido el fallecimiento de los señores Labarca y Grohnert, un desborde de indignación ante la crueldad de los malvados que se ensañaron en los cadáveres aún palpitantes de sus victimas. 
Pocas veces, en efecto. La crónica roja había registrado la comisión de un delito en el que realzara más el salvajismo de sus autores. Debido a estas circunstancias el público sigue con marcado interés las pesquisas que se llevan a efecto con toda actividad y diligencia más aún cuando en la tarde de ayer se extendió la noticia de haber fallecido otra de las victimas de este salteo, don Alejandro Labarca Prieto. 


La acción de la justicia en lo criminal.

El juez del crimen don Osvaldo Darrigrandi que ha trabajado horas extraordinarias en la sustanciación del sumario relacionado con el salteo de Chicureo, demuestra en esta actividad su decidido propósito de procurar que cuanto antes se aprehenda a los malhechores y se les aplique el castigo que merecen y que para ellos reclama la opinión pública.
En el día de ayer el señor Darrigrandi interrogó a numerosas personas detenidas, por sospecha, unas citadas al juzgado, las otras en la esperanza de que pudieran aportar alguna luz en las investigaciones. 
Entre los declarantes estaba también el administrador del fundo don Pedro Garrido, quien dio al juez algunos antecedentes de importancia. Habría hecho presente, en efecto, que él conoció algunas personas que podrían informar a la justicia sobre el individuo Agustín Cossio, que por declaraciones de una de las victimas es uno de los bandoleros asaltantes. 
El administrador completó estas informaciones con un relato sobre lo que vio y oyó durante la perpetración del audaz salteo a las casas de la Hacienda. Expresó que él se encontraba a esa hora en su casa, ubicada próxima a la de sus patrones y que salió de ella apresuradamente al sentir los disparos que seguidamente se hacían en el interior de la casa del señor Labarca. 
Las declaraciones de la esposa de Garrido, señora Gabriela Miranda, y la del sobrino de este Víctor Miranda, se refieren en general a la relación de la forma en que procedieron los bandidos y a una serie de detalles que han completado definitivamente la reconstitución del asalto. 

Mi abuela Elisa Wood Silva.

Cuando el administrador de la Hacienda señor Garrido abandonaba el juzgado del crimen ara trasladarse a asumir sus funciones en Chicureo, tuvimos oportunidad de cambiar con él breves palabras y de sus labios oímos un relato que verdaderamente lleva al espíritu una justificada emoción.
“Cuando salí de mi casa, señor, nos dijo, armado de una carabina para prestar auxilio, me encontré con la señora del patrón doña Elisa Wood, que huía con su hijito en los brazos (Patricio) y que al verme me gritó con desesperación. “Pedro, sálvame a mi hijito, huye con él, no importa que a mí me maten”. Al llegar a las casas de la hacienda ya no sentí ruido de pasos ni voces extrañas sino el lamento dolorido de las victimas del salteo". 
"Al aproximarme al sitio en que se encontraba don Alejandro este me dijo con voz apagada". “ Cuiden a los chicos” y después cuando llegó el doctor, le dijo también don Alejandro: “Doctor parece que no voy a ser capaz de mantenerme”.
En vista de que los bandidos habían huido, terminó diciéndonos:, “Abandoné la carabina y en compañía de mi esposa y de la señora Isabel Labarca, me entregue a atender los heridos".

Los hermanos Cossio.

ALGUNOS DATOS DE AGUSTÍN COSSIO


Como se sabe existe la presunción muy fundada de que Agustín Cossio no solo sea uno de los bandoleros que participaron en este salteo, sino el jefe de la banda, que llevaron en breves momentos una ráfaga de exterminio y de sangre hasta las apartadas casas de la Hacienda en donde al calor de un hogar distinguido y risueño, vivían hombres capaces y trabajadores, como los Labarca.
Cossio, según nuestras averiguaciones es hijo de dos buenos labradores que por su honradez son justamente estimados en los alrededores de la Hacienda de Chacabuco, en donde nacieron Agustín y Carlos.
Allí se crió Agustín por lo que conoce perfectamente bien todo ese campo y serranías que quedan pocas leguas más allá de la Hacienda Chicureo.
Según se nos ha informado estos dos hermanos son los únicos que han amargado con sus correrías a los pobres ancianos que esclavos de su trabajo, continúan labrando las tierras de la Hacienda Chacabuco.

DE DONDE LLEGARON LOS BANDIDOS

Aún cuando nuestras informaciones de ayer han agotado los detalles acerca de la comisión del asalto, siempre se descubren a través de las investigaciones que se practican para dar con los autores del crimen, algunos antecedentes que son interesantes para la mejor apreciación de los sucesos.
Hasta el momento se había entrado en una serie de conjeturas, especialmente por los pesquisantes respecto de la determinación de la ruta que siguieron los bandoleros al aproximarse a las casas, detalle este que puede tener su importancia para los efectos de facilitar las diligencias policiales. 
En la tarde de ayer pudimos imponernos que contrariamente a lo que se había creído, o sea,que los bandoleros venían por el camino de la Hacienda, estos se dejaron caer a las casas desde las serranías que dan para el lado de Lo Curro, es decir siguieron el mismo camino que ya conocíamos como el que aprovecharon para huir después del asalto. 
Estas circunstancias han dado origen a la suposición de que los bandoleros han podido tener en esas montañas su guarida, y que en ella se mantengan a la espera de los acontecimientos para emprender la fuga con mayor seguridad cuando se hayan alejado los policías y detectives. 

ORDENES A LOS CARABINEROS

Ante este hecho que ha conmovido hondamente a la opinión pública, el Gobierno no ha permanecido indiferente, y según nuestras informaciones el Ministro del Interior, habría despachado urgentes órdenes a los carabineros destacados en los alrededores de la provincia a fin de que estos procedan con rapidez, con energía, y con diligencia en la captura de los bandoleros.

IMPRESIONES DIGITALES

En nuestra información de ayer dijimos que la Oficina de identificación había trabajado empeñosamente para obtener algunas impresiones reveladoras de la tapa de la caja de fondos que abrieron los delincuentes para apoderarse del dinero que allí se guardaba.
Este trabajo no dio los resultados que se esperaban por haber tomado otras personas las cerraduras de la caja. 
Por otra parte, el Yatagán, arma con que los delincuentes ultimaron a don Luis Labarca y que abandonaron al emprender la fuga, fue tomado también por los carabineros y llevado después al Juzgado de la Subdelegación de Colina, lo que impidió aprovecharlo para los efectos de tomar Huellas dactiloscópicas. 

Despedida a dn. Eduardo Grohnert.

FUNERALES DEL SEÑOR GROHNERT.

Como es del dominio público entre las victimas del salvaje salteo consumado en la Hacienda Chicureo, figura el señor Eduardo Grohnert, quien fue ultimado por los bandoleros.
La muerte del señor Grohnert ha causado verdadera consternación entre el personal de jefes y empleados del correo, servicio al que pertenecía desde hace algunos años. 
En la actualidad desempeñaba el delicado cargo de jefe de las bodegas de encomiendas internacionales. 
En la tarde de ayer se efectuaron los funerales con asistencia de un crecido número de sus relaciones sociales y de trabajo, notándose la presencia de miembros del Congreso, de altos funcionarios administrativos y delegaciones de la dirección general de Correos y de las secciones del Correo Central.

UNA NOTA CONMOVEDORA

Una nota particularmente conmovedora fue la presencia en el cortejo de los dos hijos del señor Grohnert. Ambos jóvenes llevaban en sus semblantes la expresión del gran dolor que les aflige y las vendas que cubrían sus heridas daban una muestra más del cobarde ataque del que habían sido victimas.
Carlos Cosio, presunto asaltante de Chicureo fue aprehendido ayer. 
Con su detención se espera descifrar el misterio que envuelve la horrorosa tragedia. 


En poder del reo se encuentran algunas balas de una carabina Winchester, que también recogen los carabineros Cosio proclama su Inocencia.
Aún cuando las pesquisas sobre el asalto al fundo Chicureo se han desarrollado hasta ahora con gran actividad, sea porque el necesario secreto en que ellas hayan de efectuarse, impide conocerlas en todos sus detalles, sea porque realmente no llegan todavía a concretar una certidumbre de rápido esclarecimiento, de expectación publicase acrecienta y forma sus variadas conjeturas en los escasos detalles de vaga orientación que han sido dados a conocer.
Pueden ellos tener alguna importancia o no conducir a parte alguna, pero es de rigor en estos casos que nada se abandone sin que haya sufrido una minuciosa comprobación.
Se halla en primer lugar, el reconocimiento de uno de los asaltantes, por el señor don Alejandro Labarca. Dicho bandolero es Agustín Cosio y posee ya su hoja de servicios en el libro de la delincuencia. Según averiguaciones posteriores, se supone que él haya sido el jefe de los asaltantes. En la detención de este individuo y de su hermano Carlos hay pues una pista de la mayor importancia.
Otro detalle, que terminó con la aprehensión de M. Rojas, fue la declaración de uno de los bandidos en el momento del asalto. Este habría dicho: “Esto se lo deben a Rojas”. Hasta el momento no parece deducirse una pista de semejante exclamación.
Hay otros detalles que, por el momento, basta resumir en una enumeración ligera, y de cada uno de los cuales se deduce una interrogación. En la casa asaltada según se ha dicho, había perros, pero al penetrar los bandidos ninguno alarmó gruñendo o ladrando. Uno de los señores Labarca, (Luís) tenia en la casa una carabina que siempre se hallaba cargada. Al hacer uso de ella para intentar una defensa, encontró que estaba vacía. Se ha expuesto para explicar este hecho que uno de los asaltantes penetró primero a la casa y descargó el arma. Si fuera así el bandolero el bandolero conocía la casa y podía operar con alguna seguridad, eludiendo la alarma y la defensa que hubiera originado el sorprendérsele. Si no fue así ¿Qué mano sacó las balas de aquella carabina?
Durante el asalto, a uno de los malhechores se le cayó una fe de bautismo que fue recogida y corresponde a un individuo de apellido Castro. Sería curioso que un bandolero anduvieses con su fe de bautismo en el bolsillo.... Después de haber cometido su crimen, los asaltantes huyeron y se ha comprobado que pernoctaron en un rancho situado a distancia de Chicureo. El dueño de casa, según dice les dio alojamiento por temor. En la mañana se fueron. ¿No reconoció a ninguno?
Todos estos detalles y muchos otros forman las bases de la investigación que se está practicando. Pero entre tanto se mira también hacia los móviles verdaderos que hayan podido inspirar el terrible asalto. El salvaje encarnizamiento de los asaltantes no estaría bastante justificado por el objetivo del robo. Sin embargo coincide el ataque a la casa del señor Labarca con un reciente viaje a Santiago que él hizo y en cuyo regreso llevó dinero.
Es preciso también no perder de vista, cualquiera de esos hechos anteriores que pudieran hacer presumible una venganza. En general no parece haber asaltos de esta naturaleza sin indicios anteriores. ¿Nadie en el fundo advirtió dentro fuera de él algún hecho sugestivo, ni un rumor, ni una amenaza? ¿Cabe suponer que los asesinos hayan obrado al servicio de otras personas? Todas estas interrogativas estarán formulándose mientras no se produce una mayor luz sobre el odioso crimen.

Santiago, Domingo 14 de Febrero de 1926