INCENDIO DE LA IGLESIA LA COMPAÑIA DE JESUS,
SANTIAGO, 8 DE DICIEMBRE DE 1863





La Iglesia de la Compañía de Jesús de Santiago construía en el siglo XVI por los jesuitas en la calle Bandera, donde hoy existe el ex Congreso Nacional de Chile, tenía tres naves de casi 90 metros de largo,
y en este día, en que se celebraba la Inmaculada Concepción, se encontraba adornada con cintas multicolores e iluminada en su interior con más de 3.000 velas y lámparas de aceite.

El incendio comenzó al quemarse unas cintas cuando un sacristán encendía unas velas en el altar mayor. La iglesia en 15 minutos era ya una gran bola de fuego. Los fieles en locas carreras buscaron una salida, pero las puertas laterales estaban cerradas y la puerta principal se abría hacia adentro. Los bellos vestidos largos y arrepollados y los mantos de pie a cabeza  que llevaban las damas de la aristocracia, se transformaron en una trampa mortal, pues ellas tropezaban y quedaban enredadas sin poder ponerse de pie.

La terrible tragedia causó la muerte de más de 2.000 personas, y los que lograron escapar quedaron con graves quemaduras, muchos de los cuales luego fallecieron.

Muchas de las víctimas de este incendio fueron sepultadas en la cripta de la Iglesia San Ignacio de Loyola de la capital, y en su recuerdo se levanto un monumento en los patios del ex Congreso Nacional.



Las ruinas de la iglesia






El primer y segundo monumento en memoria
de las víctimas del incendio de La Compañia


El monumento en la actualidad y la inscripción recodartiva
(foto de Walter Foral Liebsch)


"A la memoria
de las víctimas inmoladas por el fuego del
XIII de diciembre de MDCCCLXIII.
El amor y el duelo inextinguibles
del pueblo de Santiago.
Diciembre XII de MDCCCLXXIII."


Incripción en la capilla de la Iglesia San Ignacio de Loyola de Santiago



El desentierro de un incendio

(www.nuestro.cl)

En la ciudad de Santiago la Iglesia de la Compañía de Jesús se ubicó hasta 1863 en la esquina de las calles Compañía y Bandera. La noche del 8 de Diciembre de ese año, durante la fiesta de la Inmaculada Concepción y estando atestada de fieles comenzó un incendio que no solo destruyó la iglesia dejando en pie su estructura gruesa, sino que además, provocó la muerte de una gran cantidad de ciudadanos. La consternación que provocó este hecho fue tal que hasta el día de hoy muchas personas saben del suceso o al menos recuerdan haber escuchado acerca de tal tragedia.

Las crónicas de la época (diario El Ferrocarril y El Mercurio de Valparaíso) retratan este hecho como una catástrofe nunca sucedida en esta ciudad. En primera instancia, luego de sofocado el fuego, se calculó que la cantidad de muertos producto de esta tragedia ascendía a 600, pero a medida que pasaban las horas y comenzadas las labores de rescate de los cuerpos se aclara que el número superaría los 1.800. Las llamas habrían sido provocadas por la falla de alguna de las miles de lámparas (de gas hidrógeno, parafina y aceite) con que esa noche se iluminaba la iglesia, los aterrados feligreses trataron de escapar, pero el fuego se propagó rápidamente, los que no murieron abrasados fueron aplastados bajo el peso de los que intentaban huir de las llamas. "En los umbrales mismos han perecido centenares de personas, quemadas a la vista de un pueblo inmenso a que dirijian sus brazos en ademan suplicante i que en esos momentos era impotente para salvarlas" (el Ferrocarril, diciembre 10, 1863).

Considerando que estamos refiriéndonos a 1863, las notas periodísticas de aquel tiempo no eran, como hoy, acompañadas de imágenes. Aún cuando la fotografía en Chile ya estaba asentada, no era utilizada con fines periodísticos, aún así, un fotógrafo anónimo realizó algunas imágenes de las ruinas de la iglesia, días posteriores al hecho. Siete de éstas fotografías actualmente forman parte de la colección del Museo del Carmen de Maipú, quienes han autorizado la publicación de dos de ellas a fin de dar a conocer la existencia de esta colección al público.

El Museo Del Carmen se ubica al costado Norte del Templo Votivo de Maipú; en lo que era la cripta del templo y depende de la Corporación Voto Nacional O'Higgins, a pesar que se denomina histórico, al visitarlo se puede advertir que una de las características más notorias es la heterogeneidad de su colección, éstos han sido adquiridos principalmente por medio de donaciones, que a través de los años a recibido por parte de personajes que han tenido que ver con la historia política y social de Chile.

En 1996 se realizó el primer proyecto de catalogación de la colección existente. Con posterioridad, en el año 2000, se realizó otro proyecto, en el cual ésta información se incluyó en una base de datos y además, por primera vez, se realizó el marcaje de los objetos. Estos proyectos de documentación (ambos financiados por la Fundación Andes) ya dieron la alerta de la posesión de estas valiosas fotografías por parte del Museo, con posterioridad, en el año 2003 la memoria de título para obtener el grado de licenciada en artes, de parte de la actual historiadora del arte Carolina Romo Z., terminó por realizar la efectiva documentación de estas fotografías, además de una investigación para contextualizar histórica y temporalmente el momento en que fueron realizadas, por ejemplo, las noticias de la época manifiestan el interés de la misma ciudadanía de exigir la demolición de tales ruinas que no hacían sino recordar al pueblo tan magna catástrofe. "Destrucción de las Ruinas de la Compañía. Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, dic, 14 de 1863. En vista de lo espuesto en la nota que antecede, he acordado i decreto: Art 1º Procedase a la demolición de las murallas del incendiado templo de la Compañía. Art 2º Concédase un termino de diez dias para la estraccion de los cadáveres que estan en dicho templo" (el ferrocarril, diciembre 14, 1863). Las crónicas no solo colaboran a contextualizar el hecho en si, además dan un seguimiento de lo sucedido en días posteriores, en el caso particular de las fotografías, que son el objeto principal de esta investigación, se les puede otorgar una fecha de realización más acotada.

Actualmente, en las calles Compañía, entre Bandera y Morandé está ubicado el Palacio de los Tribunales de Justicia, aun así, se ha respetado el lugar donde se erigía hasta ese entonces la iglesia de la Compañía y se puede ver un monumento conmemorativo erigido en 1873, a cien años de ocurrido el hecho.



Dibujo de la Iglesia La Compañía
(de Walter Foral Liebsch / en algunas publicaciones
aparece la iglesia con cúpulas altas y bajas sobre la nave central.
Esta se asemeja al grabado de "Historia de Chile" de Walterio Millar)




Grabado de la 3° Compañia de Bomberos de Santiago


Inauguración del primer memorial



El gran incendio de la Iglesia de la Compañia, en Santiago de Chile

(www.es.wordpress.com)

En el siglo XIX, la época en que los grandes vestidos de crinolina y los mantos españoles en la cabeza eran la caracteristica primordial del vestuario de las demas de la aristocracia y las tradiciones religiosas eran fundamentales en la vida de la sociedad. ¿Quien si no ellas, moda y religión podian mover grandes masas de gente? Y fue ello mismo lo que causo que ambas estuvieran involucradas en una de las más absurdas trágedias de la historia chilena.

La Iglesia de la compañia con sus casi 90 metros de largo y conformada por tres naves, fue construida por los jesuitas en la calle Bandera y desde su comienzo arrastró consigo un sino maldito; primero fue una capilla situada en el mismo centro de esa misma manzana edificada por los jesuitas para su Colegio en 1593 pero fue reemplaza por un segundo edificio que fue concluido en 1631, y era el mejor de los templos de Chile, todo de cal y canto, adornado de elegantes y costosos artesonados. En su techo y próximo al presbiterio, tenia una gran cúpula por donde penetraba la luz. Este templo fue arrasado por el terremoto del año 1647 inmediatamente se comenzó a reedificar en el mismo sitio la tercera iglesia en cuya obra se empleó cerca de cuarenta años. Se le había hecho una inmensa torre en el frontispicio, adornada con un magnífico reloj que hoy se encuentra en la torre de Santa Ana.

Este nuevo templo fue arruinado por el terremoto del 8 de julio de 1730, pero se procedió muy pronto a su reparación. A consecuencia de ello se reforzaron los arcos de las naves laterales con murallas trasversales a las que se dejó un pequeño arco, más como pasadizo que como adorno; de aquí resultó una serie de estrechas y oscuras capillas en los dos costados. Expulsados los jesuitas en 1767, la iglesia quedó casi abandonada hasta los primeros años del presente siglo, en que se hizo su capellán el clérigo D. Manuel Vicuña, después obispo de Santiago. Este la rehabilitó para el servicio del culto, hasta que fue devorada por el incendio del 31 de mayo de 1841 que la redujo a escombros, quedando sólo en pié sus sólidas murallas. Se la reedificó por medio de una suscrición popular en pocas semanas produjo una ingente suma, y los clérigos hicieron de ella su templo orito. Pero el destino ensañado con esta construcción le preparaba el peor de sus ataques que no estaba dirigido únicamente a ella sino tambien a sus fieles.

Es así como en el año 1863, el día 8 de diciembre fecha en que se celebra una de las fiestas más importantes de la iglesia. Como es de suponerse el templo se encuentra abarrotado por gran cantidad de feligreses que acuden a la eucaristia; finalizando la tarde el altar se encontraba engalanado con todo aquello que caracteriza estas celebraciones y que añaden un toque magnificencia a dichos lugares el santuario estaba iluminado por miles de lámparas de hidrógeno, parafina y aceites y adornado con cortinajes, globos de colores, cintas y flores de papel. Cerca de las 18:45, una de estas lámparas habría fallado cerca del Altar Mayor, comenzó un foco de fuego y las llamas se apoderaron de un retablo de madera y un lienzo al fondo, subiendo desde allí a la cúpula. Una estampida de personas corrió frenética hacia las puertas de las cuales las laterales se hallaban cerradas, ellas se abrían hacia el interior pero la muchedumbre presionaba desesperada hacia el exterior, mientras le llovían vigas y tablas ardientes sobre la cabeza.

Cerca de las 20:00 horas, la torre con el reloj se desplomó. En poco más de una hora, la iglesia quedó completamente en ruinas y el retiro de los 1.500 a 2.500 cadáveres tardó cerca de diez días. El número de víctimas fue abrumador para una ciudad que tenía aproximadamente 100.000 habitantes. Debido a la imposibilidad de reconocer a los fallecidos sólo se reconocieron siete de ellos, según los textos que tratan sobre este hecho las víctimas debieron ser sepultadas en una fosa común de 25 m², frente al Cementerio General.

Los muros de la Iglesia que soportaron las llamas fueron demolidos acabando así con 270 años de trágedias asociadas a un sitio que se suponia fuera de recogimiento y encuentro con Dios pero que finalmente sólo llevo a sus desafortunados asistentes a vivir un infierno en la tierra, en su lugar se plantó un jardín con un monumento en recuerdo de las víctimas. Posteriormente, el monumento fue trasladado al Cementerio General de Santiago

A raiz de este insuceso se creó el cuerpo de bomberos de Santiago, un esfuerzo del pueblo para intentar que esta clase de hechos no se repitieran.


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