INCENDIO EN CALBUCO, 31 DE ENERO DE 1943



EL GRAN INCENDIO DE CALBUCO EN 1943

El dantesco de Calbuco

(10 de febrero de 2008, www.diariollanquihue.cl)

El domingo 31 de enero de 1943, todo hacía presagiar que la ciudad de Calbuco tendría un día venturoso y de esparcimientos, en consideración a las excelentes condiciones de su clima.

Desde temprano, numerosas familias se abocaban a la preparación de sus vituallas, para alcanzar hasta sitios costeros o rurales de atracción y disfrutar de un placentero descanso. Otros habitantes que tenían parientes o amigos en Carelmapu, viajarían para asistir a la afamada festividad de la Virgen de la Candelaria, el 2 de febrero y llegando con la necesaria antelación, habrían oportunidades para rememorar detalladamente acontecimientos de tiempos pretéritos.

Según el historiador calbucano Esteban Barruel en su obra "Historia Cotidiana y Contemporánea del pueblo de Calbuco en el siglo XX", "a mediodía el pueblo se veía deshabitado y escasas personas en las calles. Solamente los empleados de la Caja de Ahorros, funcionarios de la Inspección Escolar, uno que otro de Tesorería y Gobernación, por acuerdo previo se habían reunido a comer en el Hotel Subiabre, ubicado en Errázuriz entre las calles Antonio Varas y Eulogio Goycolea... a eso de las 3 y 45 minutos de la tarde, la dueña del hotel, llega avisando que se estaba quemando una mediagua a pocos metros del recinto, en la casa de la Capitanía de Puerto. Inmediata-mente los comensales salieron en ayuda y buscaron agua para apagar el incendio de la mediagua, pero el pozo que había en el lugar estaba seco".

POZOS VACÍOS

Una extraña y lamentable coincidencia; casi la generalidad de los pozos o norias existentes se encontraban en idénticas condiciones, de manera que los pocos bomberos que aún permanecían en la ciudad realizaban desesperados esfuerzos sin resultados positivos. Para la operación de la "bomba de palanca", solicitaron la cooperación de vecinos, pero desde donde obtener agua?

A una hora de haberse iniciado el incendio, ya el fatídico fuego abarcaba varias manzanas. Tizones y trozos de tablas ardiendo, volaban a gran distancia transportados por el fuerte viento sur y ocasionaban nuevos focos, de manera que la impotencia y la desesperación, cundía en todos los sectores.

Al constituirse el Superinten-dente del Cuerpo de Bomberos, don Alfonso Soto, con mucha visión y objetividad, vislumbró que la única posibilidad efectiva era solicitar el auxilio de sus congéneres de Puerto Montt y de inmediato se iniciaron los contactos radiales desde algunas embarcaciones y desde contados teléfonos existentes.

Tan pronto se recibió la alarma en el Cuartel General de la capital provincial, debió ser informado el dinámico Comandante Bertoldo Binder Grothe, que aprovechando las envidiables condiciones del tiempo, se encontraba de paseo en su fundo acompañado de su Segunda Compañía. De inmediato se trasladó a Puerto Montt y requirió el zarpe del escampavía "Yelcho", llevando la bomba a remolque GAF, junto a la Quinta Compañía de agua; la Tercera de Hacha y a la Cuarta de Salvataje.

Al llegar a Calbuco, se podía apreciar un espectáculo impresionante; más de la mitad de la ciudad en llamas.

Ante la carencia de agua en las instalaciones del pueblo, las bombas debieron ser montadas desde las lanchas ancladas en el puerto, las que prácticamente debieron ser tomadas al abordaje por oficiales de la Armada, ante la negativa de los propietarios o patrones, que no querían que sus embarcaciones fueran "ensuciadas".

El Comandante Binder, con la rapidez mental y la decisión que lo caracterizaba, impartió la orden perentoria y clara a sus bomberos que ya tenían sus mangueras conectadas: "Lo que se está quemando, que se queme, pero el fuego no pasa de aquí". Luego de una lucha titánica el fuego tan útil e imprescindible para el ser humano, pero tan siniestro cuando se transforma en un elemento trágico y desesperante, paulatinamente comenzó a ceder, hasta obtenerse un relativo control.

En el mismo escampavía Yelcho, viajaron también el Intendente de la provincia don Francisco Sepúlveda, el Prefecto de Carabineros Teniente Coronel don Liborio Basualto León, con tropas de refuerzo y miembros de la Cruz Roja, con útiles y material, destinados a prestar los primeros auxilios.

SAQUEOS Y DESMANES

El Diario "El Llanquihue", acorde con sus postulados de información regional, en sus ediciones del primero y dos de febrero, destinaba prácticamente en su integridad, sus primeras páginas a este trágico acontecimiento. En efecto, además de algunos pormenores, merecen rescatarse determinados párrafos, que permiten remembranzas de la magnitud del desastre, el más grave acontecido hasta esa fecha: "Fue tal la violencia del fuego y tan traicionera la actitud de éste, que vecinos que lograron sacar su menaje o parte de éste, llevándolo a casas más alejadas o a la playa, hubieron de perderlo de todos modos porque el fuego, ora llegaba hasta esas propiedades, o en la playa la marea arrastraba con muchas cosas salvadas".

Como en muchas de estas lamentables situaciones se registran paradójicos comportamientos de ciudadanos, que lejos de colaborar para mitigar el dolor de quienes sufren, se aprovechan de la carencia de seguridad y se dedican a la sustracción de especies o de cuanto pueden apropiarse. Para contrarrestar estos desmanes, personal de Ejército reforzó las labores de vigilancia de Carabineros, debieron patrullar las calles en horas de la noche.



EL GRAN INCENDIO DE CALBUCO EN 1943

(www.cuadernoscaicaen.blogspot.co.at, 
agosto 25, 2006)

El 31 de enero de 1943, Calbuco fué estremecido por un voraz incendio que redujo a cenizas los 2/3 de la ciudad. Publicamos aquí el Parte Oficial de la Comandancia del Cuerpo de Bomberos, extractado del libro "CUERPO DE BOMBEROS DE CALBUCO HISTORIA CENTENARIA 1902-2002" texto que ayudamos a investigar y redactar.


LIBRO DE PARTES DE ALARMA COMANDANCIA
ACTA DE INCENDIO

CARLOS MECHSNER S.
COMANDANTE

1943

En Calbuco, domingo 31 de enero de 1943 a las 15;30 hrs., se declaro un incendio en la propiedad del señor A. Custodio Mancilla, ubicada en la calle Antonio Varas s/n entre Ernesto Riquelme y Federico Errázuriz; el edificio estaba ocupado por el señor. Hugo Herrera E., capitán de Puerto, quien además de la oficina que desempeña, mantenía allí sus habitaciones particulares. El Sr. Herrera no se encontraba en ese momento en a Ciudad.

El Comandante infrascrito no se encontraba a la hora del día indicado en la ciudad, sino que a una larga distancia del pueblo, y de donde no era posible distinguir demostraciones del siniestro por lo que, sólo hasta la hora de su llegada, más o menos a las 18:00 horas, pudo darse de la magnitud de la catástrofe. Por esta circunstancia los datos anotados en el presente parte, corresponden a los datos proporcionados por personas que en el momento de producirse el incendio, estaban en la ciudad y que fueran los primeros en acudir, al darse la alarma.

Según ellos, el fuego comenzó en la casa anotada más arriba, el cual se propagó rápidamente debido a que en la oficina de la Capitanía existían algunos tambores de parafina, que se utilizaba para el servicio del faro que existe en el muelle de pasajeros.

Debido a las circunstancias anotadas, y por ser día de Domingo en que gran parte de la población se encontraba fuera aprovechando el caluroso día. El fuego tomó proporciones imprevistas, razón que impidió que las bombas pudieran actuar de inmediato; fue necesario esperar hasta reunir algunas personas que pudieran arrastrar el material hasta las cercanías del sitios amagado.

Contribuyó a la propagación del fuego el fuerte viento del Sur, el que poco más tarde cambió de sentido, soplando brisa de oeste, lo que vino a complicar más la situación, pues el fuego también cambió de dirección y ataco edificios que no corrían peligro; fue necesario entonces, para dominar el fuego, distribuir el escaso material en varios sectores. Cuando esfuerzos se hicieron para detener el desastre, no dieron el resultado previsto, pues a una escasa hora de haber comenzado el fuego, ya abarcaba varias manzanas por distintas direcciones; pues ardían edificios de las calles Antonio Varas, Ernesto Riquelme, F. Errázuriz. En esta última se encontraban edificios de dos pisos, los que contribuyeron a incendiar a su vez, debido a su altura, a edificios bastante distantes del foco mismo del fuego; tanto es así que una casa ubicada en calle Errázuriz esquina de Varas predio a otro de calle Esmeralda, esquina de Varas. En esta forma se propagó a otros barrios.

Debido a estas circunstancias excepcionales, las bombas no pudieron actuar normalmente, pues por una parte, hubo necesidad de retirar el material amagado por el fuego, por otra parte el agua pronto comenzó a escasear; y finalmente, los voluntarios, y personas ajenas a la institución debieron abandonar sus labores en las bombas para salvar sus muebles y enseres, ya que en sus casas se encontraban el peligro de incendiarse.

Más o menos a las 17:30 horas, el fuego abarcaba ya seis manzanas, haciéndose imposible toda labor, pues parte del material tubo que ser abandonado ante el peligro que corrían las personas que lo atendían. Tampoco fue posible llevar las bombas hacia las calles de salida, se encontraban en llamas. No fue posible en un principio proceder al derribo de algunos edificios, por la falta absoluta de elemento apropiados, pues la única Cía., de salvataje se encontraba en un sector donde no era posible sacarla, por otra parte, el poco material disponible estaba en trabajo, y no habría sido prudente trasladarlo a otros sectores.

En esta emergencia, el fuego seguía consumiendo edificios. Cada vez con mayor rapidez, producidos por los cambios de viento, por lo ligero del material edificado y por la carencia de agua. Así a las 18: 30 horas el fuego ya habría hecho su obra; además de las calles ya nombrada, en la de Esmeralda, Angamos, Serrano, Condell, Aureliano, Sánchez, Miramar, Plaza Ramírez y parte de la Avda .Douglas (hasta la altura de la Empresa Eléctrica y la que fue salvada debido al derribo de cercos y pequeños casuchos). En la de Vicuña Mackenna, cuando ya el peligro parecía alejado, pues ni remotamente se creía existiera, comenzó a arder el tejado de la casa de propiedad de la firma Guillermo Schmeisser e hijos, la que por ser de material ligero, no pudo ser salvada. En este sector el fuego terminó en la última de dicha avenida.

En la calle Eulogio Goycolea, pudo cortarse el fuego a más o menos 100 metros de Ernesto Riquelme, para ello fue necesario que la Cía. de salvataje derribara una pequeña casa, contribuyó a este buen resultado la existencia de una pequeña muralla corta fuego. Dominado el peligro en esta parte ya fue posible trasladar algún material, con grandes esfuerzos a la Plaza Balmaceda esquina de E. Riquelme, pues la casa ocupada por la Gobernación ubicada en este sector ya se encontraba en llamas; allí pudo derribarse una bodega, evitándose así el que el fuego continuara por la calle de Galvarino Riveros. En el mismo sector de la plaza en calle E. Riquelme con J. M. Carrera el fuego amenazaba la escuela N° 1, la que pudo ser salvada tras grandes y tenaces esfuerzos, pues la bomba que se encontraba en el patio de ese establecimiento, no pudo actuar, debido a que el chorizo no alcanzaba a tomar agua, pues el pozo es de gran profundidad, fue necesario derribar una pared y pudo cortarse el fuego usando baldes y tarros para arrojar el agua.

Así pudo en esa parte conjurarse el peligro y evitar que el fuego pusiera en peligro la Iglesia Parroquial y lo edificado en la calle J.M. Carrera.

Cuando el fuego consumía la última casa de la Avenida. V. Mackenna, donde se encontraba la oficina sanitaria, recibimos el auxilio del Cuerpo de Bomberos de Puerto Montt, cuyos voluntarios tras grandes dificultades pudieron desembarcar sus bombas y desplegar parte del material; pero debido a los pocos elementos de desembarco, dicha tarea demoró algo de tiempo por lo que la labor de estos se limitó a apagar escombros en la parte alta, pues aún había grandes llamaradas, esta labor se efectuó afrontando serios peligros, pues el material fue trasladado por el cerro donde no existía subida alguna y las bombas debieron trabajar desde la playa.

El fuego quedó dominado más o menos a las 20:00 horas.

El trágico balance de esta catástrofe dio como resultado la desaparición de 118 casas, con siguiente detalle; 54 casas de un piso 23 de un piso con mirador, 38 de dos pisos, 2 de tres entre estas se encontraba una casa de material sólido, cuyo interior se quemó totalmente.

Las pérdidas según declaración de los afectados y por conocimiento propio ascienden a las siguientes cifras; inmuebles $5.159.000-, menaje y mercaderías, $ 3.668.000.- por todo esto existan seguros comprometidos que alcanzaban a $ 1.581.000.- de las 118 propiedades destruidas, solo 34 tenían seguro.

En este siniestro el Cuerpo de Bomberos tubo que lamentar la perdida total de su edificio y parte del material que fue imposible sacar, como también el archivo de Directorio y Comandancia, de la que solo se libero el presente libro de partes, pues no se encontraba en el cuartel.

Para mayor claridad se adjunta en hojas por separado a la presente acta, un croquis del pueblo con todas las anotaciones más importantes, como también el detalle completo de las propiedades incendiadas.